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Los ultraconservadores republicanos declaran la guerra al liberalismo

En las afueras de Dallas tuvo lugar durante los primeros días de agosto de 2022 la Conferencia Conservadora de Acción Política (CPAC, por sus siglas en inglés). Este encuentro del ala ultraconservadora de los republicanos se celebra desde hace casi 50 años. Es una mezcla de reunión familiar y bolsa de trabajo para políticos con ambiciones.

A tres meses de las elecciones intermedias, estuvo muy presente el nombre de Donald Trump. Una encuesta realizada al término de la conferencia revela que un 69 por ciento del ala derechista quiere tenerlo como próximo candidato presidencial. Hay que aguzar bastante el oído para percibir matices disidentes. Hohan Gidley, quien fuera uno de los colaboradores de Trump, dijo a DW que podría ocurrir que Trump presentara nuevamente su candidatura, pero que eso no necesariamente iba a suceder.

La situación era diferente un año atrás, antes de las investigaciones sobre el asalto del 6 de enero al Capitolio, en el que partidarios de Trump intentaron impedir la legítima llegada al poder de Joe Biden. Las pruebas de que Trump estuvo directamente implicado no dejan del todo frío ni siquiera al núcleo conservador del partido. Pero, aun así, por estos días, cerca de un 56 por ciento de los militantes republicanos lo ven como la mejor carta, según las encuestas.

Los temas de siempre

A primera vista, no solo la predominancia de Trump es una prueba de que todo sigue más o menos igual. Temas como las leyes tributarias y el derecho a poseer armas son los que atraen a los visitantes. Y, entretanto, también ha cobrado impulso la lucha contra los derechos de la comunidad LGBTQ+. Un campo en el que el Partido Republicano puede ganar puntos.

Pero también hubo otros aspectos nuevos en esta conferencia: la alianza con la derecha internacional y el uso desembozado de una retórica bélica.

Encaja, pues, en el cuadro, que el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, hablara al comienzo del encuentro. Hace apenas pocos días, estrechó la mano de Donald Trump, quien lo calificó como «un amigo que sabe como pocos lo que ocurre en el mundo». Le prodigan calurosos aplausos cuando habla sobre inmigrantes ilegales o cuando afirma que la familia debe constar de padre y madre. O cuando dice que, dado que toda la cultura judeocristiana está en peligro, los conservadores de Hungría y Estados Unidos deben unir sus fuerzas en la lucha contra los radicales de izquierda.

Esa es una idea que abraza desde hace tiempo Matt Schlapp, el jefe de los organizadores del evento. Tras haber organizado conferencias semejantes en Brasil y Hungría, planea para el año entrante una en Israel. Schlapp dice a DW que va a todos los países donde lo invitan.

Retórica agresiva

Orbán sostiene que Occidente está en guerra consigo mismo, que los partidarios de la globalización deben irse al infierno y que hay que emprender la batalla para reconquistar las instituciones en Bruselas y Washington. En forma similarmente agresiva se expresan también en el curso de la conferencia figuras como Ted Cruz o Marjorie Taylor Green. No se trata de buscar los mejores argumentos. Se habla de lucha. Y del triunfo.

Entonces llega él: Donald Trump. Quienes esperaban que declarara en Texas su nueva candidatura se vieron defraudados. Solo indicó que «tal vez tendría que hacerlo de nuevo”. No obstante, sus seguidores lo aclaman, por ejemplo, cuando dice que le robaron el triunfo o arremete contra el actual presidente.

La conferencia muestra con extrema claridad que, por lo menos este sector de la derecha, ya no tiene interés alguno en buscar acuerdos políticos. Ha trazado un claro enemigo: el Estados Unidos liberal.

(ers/ms) 

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