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Una aplicación ayuda a proteger pastos y nogales en Kirguistán

El antiguo bosque de nogales de Kirguistán abarca decenas de miles de hectáreas en las laderas de las montañas Babash-Alta. Durante generaciones, estos bosques naturales han servido de sustento a las comunidades que viven en sus márgenes, en una extensa red de aldeas conocidas colectivamente como Arslanbob.

El mes de octubre es una época tradicionalmente de celebración, en la que los aldeanos se adentran en el bosque durante unas semanas para recoger nueces. Esta recompensa se envía a través de las rutas comerciales que siguen la antigua Ruta de la Seda, pasando por los mercados locales de la región de Jalalabad, en Kirguistán, hasta llegar a Turquía, Rusia e Irán.

Pero los bosques están sufriendo la presión del cambio climático y la erosión del suelo, así como el sobrepastoreo. Diversas iniciativas locales intentan preservar este recurso natural único fomentando por parte de los campesinos una mejor gestión, no solo del propio bosque, sino también de los pastos circundantes.

Arslanbob, Kirguistán.El invierno llega a su fin en Arslanbob, bajo los picos nevados de las montañas Babash-Alta.

Pastos estresados significan bosques estresados

Tradicionalmente, durante los meses de invierno, el ganado permanece cerca del pueblo. En verano se traslada a los pastos de verano, en las tierras altas situadas por encima del bosque. El viaje dura varios días, pero estos pastos, al igual que el bosque, no son tan exuberantes como antes.

Ahora cada vez más, en lugar de llevar lejos el ganado en verano, los campesinos pastorean sus animales en los pastos de invierno más cercanos. El problema es que, cuando termina el verano, no queda suficiente forraje para sobrevivir a los meses de frío, y el ganado queda suelto para pastar en el bosque.

Hayat Tarikov es guardabosques jubilado. Dedicó su carrera a mantener el bosque de nogales y afirma que los animales despojan el suelo forestal de las nueces no recogidas y se comen las yemas de los árboles y arbustos jóvenes en primavera, dificultando así la regeneración y el desarrollo del bosque.

Caballos pastando en Jalalabad, Kirguistán.Los caballos pastan en Alaash Jailoo, un pasto de verano a unos dos días de viaje desde Arslanbob. En Kirguistán, los caballos se crían para obtener carne y leche, así como para el trabajo agrícola y el deporte.

«Si la gente mantuviera a sus animales fuera del bosque desde septiembre hasta mayo, la flora del suelo forestal podría recuperarse”, señala Tarikov.

Datos de los teléfonos inteligentes para gestionar el pastoreo

Los derechos de pastoreo en Kirguistán se conceden a través de un sistema descentralizado de comités regionales de pastoreo, compuestos por los líderes de las aldeas y los pastores.

Cada año, Aziz Chirmashev recibe un permiso para utilizar los pastos de las tierras altas. Cuando comienza la temporada de pastoreo a principios de verano, se desplaza hasta allí con un rebaño de 200 cabezas de ovejas, cabras, caballos y vacas pertenecientes a los habitantes de Arslanbob. A medida que avanza el verano, conduce su rebaño cada vez más alto para llegar a la hierba fresca.

«Nuestros pastos están empeorando”, lamenta Chimarshev.

Un pastor conduciendo su pequeño rebaño a los pastos, Jalalabad, Kirguistán.Un pastor conduce su pequeño rebaño a los pastos.

Pero para determinar cuánto y dónde han empeorado, es decir, para evaluar cuánto pastoreo puede soportar un determinado pasto, la ONG medioambiental de Asia Central, Camp Alatoo, está probando una aplicación para el celular, que permite cartografiar la salud de los pastos en la región.

Los responsables de los comités de pastoreo recogen e introducen datos sobre la cubierta de piedras, los líquenes, el suelo desnudo y la cobertura vegetal. Esta información ayuda a determinar cuánto pastoreo puede soportar cada zona y durante cuánto tiempo.

«Es difícil conocer la salud de un pasto de un año para otro”, explica Zhyrgal Kozhomberdiev, responsable de la gestión de pastos de Camp Alatoo, «pero la recopilación de datos durante cinco años sería un punto de partida para obtener conclusiones sobre los cambios de una zona o región de pastoreo”.

Con estos conocimientos, señala Kozhomberdiev, los comités podrían ayudar a los pastores como Chirmashev a llegar a los pastos infrautilizados más alejados del bosque.

Una familia fuera de su campamento en Alaash Jailoo, región de Jalalabad, Kirguistán.Una familia de pastores posa fuera de su campamento en el Alaash Jailoo. Durante el verano, trasladan su vivienda hasta tres veces para trasladar su ganado a pastos más altos con más hierba.

Sembrando las semillas de la resiliencia

El Ministerio de Agricultura está planeando producir semillas procedentes de los pastos sanos y sembrarlas en las tierras donde el sobrepastoreo ha dejado solo plantas degradadas.

Con estas iniciativas para restaurar los prados y hacer más accesibles los pastos remotos, se espera que los pastores no recurran a los bosques para apacentar a su ganado.

Al mismo tiempo, también se están tomando medidas más directas para mejorar la salud del bosque. Kozhomberdiev explica que, desde 2021, los silvicultores controlan los nogales para identificar los más resistentes a la erosión del suelo y a los ciclos de agua inestables.

Burros en el exterior de una borda rural en Jalalabad, Kirguistán.Los burros duermen en el exterior de una borda de verano de un pastor.

El objetivo es recoger nueces de los árboles más resistentes y cultivar árboles jóvenes que luego se introducirán en el bosque. Pero esta no es una solución rápida. Por término medio, los plantones de nogal necesitan cinco años de buenas condiciones antes de fructificar, años en los que son especialmente vulnerables al ganado hambriento y a las cabras.

Nostalgia del bosque

Kozhomberdiev espera que las malas cosechas de nueces de los últimos años sirvan de advertencia a «los pastores y aldeanos para que recuerden los ciclos de la tierra y limiten el pastoreo de los animales”.

Bosque de nogales de Arslanbob, Kirguistán.Un rincón del bosque de nogales de Arslanbob en primavera.

En la actualidad, el ritmo de vida en Arslanbob no solo está dictado por la cosecha forestal, por los tiempos de invernada o por la escalada de las montañas en busca de exuberantes pastos, sino también por el trabajo estacional, que lleva a muchos aldeanos al extranjero, al vecino Kazajistán o a Rusia.

No obstante, según Tarikov, lejos de abandonar los modos de vida tradicionales, a menudo regresan con un deseo más profundo de conservar el antiguo bosque. «Una cosa diferente de Arslanbob es que los jóvenes regresan después de haber ido a buscar trabajo a otro lugar”, dice. «Sienten una llamada del bosque”.

(ar/ms)

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